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Oro blanco – La historia

La historia del salitre y su significación para el desarrollo del puerto de Hamburgo. Auge y caída de una importante industria de materia prima, narrada a través del ejemplo de las dos familias de comerciantes de Hamburgo, Fölsch y Sloman, quienes formaron en Chile un imperio del salitre.

En 1866, a la edad de 21 años, viajó el hamburgués Hermann Conrad Johannes Fölsch a Sudamérica en busca de mejor fortuna. Quien quería ser un comerciante hanseático, debía visitar países extranjeros y tener experiencia en el mismo. La Convención Militar de Hamburgo con Prusia dejó alejarse con más facilidad a ciertos jóvenes de Hamburgo de la casa paterna, los cuales querían escapar de la amenaza del servicio militar. Provisto de cartas de recomendación, el joven asistente de comercio peregrinó a lo largo de la costa pacífica de una factoría a la otra y adquirió rápidamente los conocimientos que serían los requisitos indispensables para su éxito posterior. Viajó más al sur hasta Iquique, donde en ese momento la industria del salitre prometía un futuro promisorio. Allí conoció al empresario de origen alemán Jorge C. Hilliger, el cual se dedicaba a la ganancia y venta del salitre. Ya un par de meses después, el joven de apenas 25 años fue contratado como jefe y procurador de la parte comercial de la empresa. Fölsch se hizo amigo de otro empleado alemán nacido en Gotinga y crecido en Chile, Federico Martin, y formó con él una firma propia en 1872. Hilliger abandonó el negocio y les prestó el apoyo necesario.

Henry Sloman provenía de una familia inglesa de navegantes y comerciantes, de la cual una rama se estableció en Hamburgo. Su padre John, quien poseía en Inglaterra una compañía naviera, perdió todos sus bienes en la guerra de Crimea, envió a su hijo Henry y a su hija Harriet a los parientes acomodados a Hamburgo. Al término de un aprendizaje como cerrajero en 1869, Henry decidió igualmente emigrar a la costa del Pacífico. Su amigo de juventud Hermann Fölsch le había aconsejado para ello en una carta, y el padre de Hermann, Johann Heinrich Fölsch, le prestó el dinero necesario para el viaje. El viaje en el velero por la región de Cabo de Hornos fue tormentoso y duró 160 días. Después de su trabajo inicial en la constructora de trenes del norteamericano Henry Meiggs, que construía por entonces el Ferrocarril de los Andes, el más alto del mundo, Sloman encontró en 1870 un puesto de trabajo donde Jorge Hilliger en Iquique, a través de su amigo Fölsch. Cuando Fölsch y Martin se independizaron, le ofrecieron un puesto de jefe.

Los jóvenes alemanes actuaron con tal éxito, que una firma chilena les entregó la administración de algunas minas de salitre que estaban endeudadas, que en poco tiempo se hicieron otra vez rentables. Fölsch regresó en 1874 a Hamburgo para casarse con Harriet Sloman, su amiga de juventud y hermana de Henry Sloman. Con ella regresó a Iquique. En 1877 se trasladó la familia Fölsch a Hamburgo, y el mismo año quedó registrada la firma Fölsch en los registros comerciales de Hamburgo.

Con el apoyo de industriales ingleses, que en gran parte dominaban la explotación y comercio del salitre, Chile declaró la guerra a Perú y Bolivia, para anexarse todas las minas de salitre de la costa pacífica de Sudamérica. Con el triunfo en 1883, poseyó Chile el monopolio mundial de nitrógeno natural. Con el aumento veloz de la población mundial, aumentó la demanda de alimentos y elevó vertiginosamente la demanda del importante abono, el salitre. Sólo en el puerto de Hamburgo, entre los años 1867 y 1905, la importación del salitre aumentó 40 veces, a 500 mil toneladas anuales. Fölsch comenzó en 1881 con negocios de compañías navieras. De ahí en adelante, veleros propios de gran marcha -que hacían la ruta de Cabo de Hornos- trajeron la carga preciosa a Hamburgo. Su socio Martin regresó el mismo año a Hamburgo y Henry Sloman administraba la firma Fölsch & Martin en Chile, que en ese entonces ya poseía ocho fábricas en las pampas salitreras y en los puertos de Iquique y Taltal para el embarque del salitre.

La explotación del salitre se realizó con trabajo manual y necesitó un continuo recambio de mano de obra, sobre todo, recurriendo a los pobres campesinos traídos del centro y sur de Chile. Las condiciones de trabajo no correspondían a la imagen que presentaban los reclutadores. El clima y la vegetación descartaban una sobrevivencia humana en el desierto de Atacama bajo condiciones normales, agua y alimentos debían hacer un largo y penoso viaje hasta los campamentos obreros, que surgieron en las proximidades inmediatas de las salitreras. El trabajo era pesado y peligroso, los contratos de trabajo podían ser anulados en cualquier momento y la paga se realizaba con monedas de los propietarios, las llamadas Fichas, que sólo tenían validez en los negocios de los propietarios de las minas. Así, el círculo del dinero quedaba cerrado, y los trabajadores estaban obligados a gastar su salario de inmediato y en aquel lugar. Vivían en un mundo cerrado en el cual no había escapatoria mientras el contrato estuviera vigente. La mayoría moría antes de realizar su sueño de poseer un terrenito en el sur de Chile.

Después de trabajar 22 años como empleado para la firma salitrera Fölsch & Martin, Henry Sloman se volvió independiente en 1892. Anteriormente había adquirido derechos de explotación en la pampa "El Toco", que por entonces no gozaba fama de ser muy productivo, ya que el salitre tenía poca concentración. De propia creación, construyó allí su primera fábrica, "Buena Esperanza". Tres años más tarde quiso seguir a su familia, a quien había enviado a Alemania en 1892, cuando fue el levantamiento de la Marina en Iquique. A última hora lo retuvo un telegrama: los obreros habían incendiado parte de "Buena Esperanza". Su trabajador más antiguo, Siegfried Bärentz, pudo detener la revuelta con ayuda de la policía del lugar contiguo, Santa Fe. Para la construcción de fábricas futuras, Sloman construyó sólo con fierro. A orillas del río Loa, Sloman construyó un dique de contención, para ganar electricidad para sus fábricas. La central eléctrica funcionó hasta los años 70 y hoy es monumento nacional.

Sloman construyó en Tocopilla sus propios muelles. La compañía naviera de Hamburgo Laiesz organizó el transporte con los veleros veloces de propia construcción, los llamados "Flying P-Linern", que hacían la ruta por el Cabo de Hornos: en 1902, el "Preussen" fue lanzado al agua, un velero de aparejo completo de cinco mástiles, el velero más grande sin máquina auxiliar, con un desplazamiento de 11.150 toneladas. El "Preussen" era en promedio 1,5 nudos más rápido que los buques a vapor y mucho más económico en su mecanismo. Recién con la apertura del Canal de Panamá en 1914, le surgió al "Flying P- Linern" una verdadera competencia. Los legendarios veleros de cuatro y cinco mástiles de la compañía de vapores Laeisz hizo vivir a la navegación a vela su último período de florecimiento. A comienzos del siglo XX, Hamburgo fue el puerto de tránsito más grande del mundo para el salitre chileno. Los empresarios Fölsch, Martin y Sloman estuvieron exentos de pagar impuestos en Chile, y Hamburgo decretó una ley especial en 1900, la cual liberaba a los acaudalados inmigrantes de regreso, del pago de impuestos. En los círculos comerciales de Hamburgo se le llamó a esta ley "Lex Sloman". Ricardo Sloman, hijo de Henry Sloman, escribió en 1974 en sus memorias: "Yo mismo, como economista, calculo que el dinero traído de regreso por los alemanes, entre 1870 y 1901, alcanzó la suma de cuatro mil millones de marcos, de los cuales mil millones se quedaron en

Hamburgo y sus alrededores, y tomando el poder comprador de la época, tres a cuatro veces más alto que hoy".

Hermann Conrad Fölsch se compró en 1891 la hacienda Moholz en Niesky y entró a la Comunidad de Hermanos Herrenhuter. Influenciado fuertemente por el calvinismo, creía en la predestinación y se convenció de ser un elegido por Dios. En la comunidad de hermanos llevó una vida sencilla y se dedicó a apoyar a los necesitados. Fölsch hizo amistades con el pastor de Hamburgo, Johannes Wichern, quien dirigía la Rauhen Haus, y donó grandes sumas de dinero. Construyó el hospicio cristiano (hoy Baseler Hof), fue iniciador de la asociación "Dienst am Arbeitslosen" (Ayuda a los cesantes) en Berlín y organizó un "Heim für gefallene Mädchen" (hogar para niñas caídas). Convencido del apoyo divino, cuidó enfermos de cólera durante la epidemia de 1892 en Hamburgo. Mientras tanto los negocios en Chile florecían, y en 1902, la firma Fölsch & Martin, invitando capitales agrícolas alemanes, se transformó en las salitreras alemanas Fölsch & Martin Nachf. A.G, cuya central estaba en Taltal. Al interior de Taltal fueron creadas las dos plantas "Alemania" y "Chile", que en ciertos períodos fueron unas de las salitreras más grandes de Chile. El informe anual de 1903 anota una utilidad neta sobre los dos millones de marcos. Sloman también transformó sus empresas en una sociedad anónima con un capital en acciones sobre los 16 millones de marcos. Más del 50% de las acciones quedaron bajo su propiedad.

La influencia de la industria del salitre fue decisiva para el desarrollo económico, social y político de Chile. La estructura económica estaba directamente relacionada con la suerte de la industria del salitre, con cuyos impuestos se pagaba el 50% del presupuesto nacional. Esta orientación unilateral volvía a la economía chilena excesivamente dependiente de las fluctuaciones que el mercado internacional le imponía. Esta situación no ha cambiado en lo fundamental, sólo que en lugar del salitre surgió el cobre como materia prima. El gobierno chileno ordenó en los años 80 del siglo diecinueve el poblamiento sistemático del pequeño lugar pesquero Taltal, el cual poseía un excelente puerto natural. Aún hoy recuerdan las anchas calles y algunos frontis de edificios, la época de oro del pueblito. En la plaza del centro se haya todavía el frontis del teatro de entonces, donde actuaron famosas estrellas de los EEUU y Europa. En las vitrinas de las lujosas tiendas se ofrecían artículos de todo el mundo, y las jovencitas de las familias de comerciantes se vestían con el último grito de París. Por las noches se paseaban oficiales y marineros de todas las nacionalidades por las calles iluminadas, y de los bares y burdeles se escuchaba música toda la noche.

Los empresarios alemanes Fölsch y Sloman -éste último hizo construir para los habitantes de Tocopilla la primera iglesia católica- a pesar de sus convicciones religiosas, no se escandalizaban de que en sus minas trabajaran comúnmente niños y de que -a pesar de las ganancias en aumento- la situación social de los trabajadores y sus familias permaneciera estancada. En 1904 el gobierno chileno formó una comisión que formuló una serie de propuestas para mejorar las condiciones de trabajo. Pero el gobierno no las llevó a cabo, por lo que el disgusto de los trabajadores se transformó en acciones de protesta y huelgas. El punto álgido de las acciones lo alcanzó la huelga de 1907. Miles de personas, hombres, mujeres y niños marcharon en protesta pacífica a Iquique, mientras sus delegados negociaban en Santiago. Los manifestantes fueron obligados por las autoridades a permanecer en las afueras de la ciudad, en la Escuela Santa María de Iquique, para esperar allí las nuevas informaciones sobre las negociaciones en Santiago. Cuando la indefensa multitud se hubo congregado, militares y policía abrieron el fuego y realizaron una masacre.

En 1905, durante una estadía de un año en Chile, Henry Sloman introdujo a sus hijos Ricardo y Enrique en los negocios. Un resultado del viaje fue la construcción de la salitrera "Prosperidad", capaz de producir 100.00 toneladas de salitre al año. Los implementos completos fueron comprados en Alemania. Ricardo Sloman hizo el cálculo de que por este medio, en los decenios siguientes, sólo por las salitreras de Henry Sloman, productos alemanes de exportación salieron del puerto de Hamburgo por un valor mayor a los 30 millones de marcos. Henry Sloman se compró en 1910 la hacienda Bellin en Güstrow, Mecklemburg, con lo cual cumplió un sueño de su juventud. En 1913, los fabricantes alemanes Fölsch & Martin, Sloman y Gildemeister, explotaron cerca de un tercio de la producción del salitre chileno. El estallido de la Primera Guerra Mundial sorprendió a los fabricantes alemanes de salitre chileno, no preparados para las consecuencias de la guerra. Por el bloqueo marítimo, las comunicaciones entre Hamburgo y la costa del Pacífico chileno quedaron totalmente cortadas. Los barcos de carga alemanes permanecieron inmovilizados en los puertos chilenos. Las fábricas alemanas fueron paralizadas de golpe y hubieron de detener temporalmente sus máquinas. ¿Qué consecuencias tuvo esta primera crisis para el imperio del salitre, que los amigos Fölsch y Sloman habían creado? ¿Cómo se veía este nuevo comienzo, y cómo, a pesar de esta catástrofe económica, se construyó la Chile-Haus, que como ningún edificio de Hamburgo, simbolizó el florecimiento económico de la ciudad a través del comercio del salitre?

Al estallar la guerra, habían numerosos barcos de carga alemanes en el puerto de Taltal, entre ellos, el velero de tres mástiles "Glücksstadt", que viajaba por encargo de la empresa alemana del salitre Fölsch & Martin Nachf. A. G. Por presión de las potencias aliadas, los oficiales y su tripulación fueron llevados a tierra durante los años de la guerra. El capitán Paul Lorenzen, quien había viajado para la compañía naviera Fölsch, encontró hospedaje en la familia de un capitán chileno. El modelo en miniatura del "Glücksstad" recuerda aún hoy este hecho. Paul Lorenzen no regresó nunca a Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Está enterrado en el cementerio de Taltal. La paralización repentina de las salitreras alemanas en el interior de Taltal llevó a despidos masivos. Por miles recorrieron hombres y mujeres desesperados las calles de Taltal, mendigando por un trozo de pan. El gobierno chileno fue sometido a una terrible presión, buscando caminos para echar a andar nuevamente la producción del salitre. En parte, el salitre producido por fabricantes alemanes pudo ser comercializado en países neutrales. Al mismo tiempo, al salitre chileno en Alemania le surgió una seria competencia, que más tarde conduciría a la quiebra definitiva del comercio mundial de tan codiciada materia prima. Alemania dependía del salitre en forma apremiante para la producción de material explosivo. El bloqueo llevó a esfuerzos renovados para desarrollar un sustituto del salitre. La industria sintética comenzó con la elaboración de nitrato en sus grandes fábricas en Leuna y Oppau. El sindicato alemán de nitrato había exigido desde sus comienzos, reemplazar al salitre chileno por nitrato sintético. La Primera Guerra Mundial produjo la ruptura del mercado: tanto en la fabricación de material explosivo como en el uso de fertilizantes, en Alemania tomó delantera el consumo del nitrato fabricado en lugar del salitre natural chileno. A este hecho se agregó el auge incontenible de la firma BASF (Badischen Anilin u. Soda Fabrik).

Henry Sloman intentó romper el bloqueo inglés por sus propios medios: exhortó a la Marina del Reich a hacer uso sin miramientos de su arma más poderosa, el submarino, y

para ello donó un millón de marcos para medidas de adiestramiento de los marinos y descanso para los familiares. El gran almirante von Tirpitz escribió a Sloman que su desempeño político "interpretaba exactamente su pensamiento".

A pesar de las enormes pérdidas económicas ocasionadas por la guerra, las transacciones de Hermann Fölsch y Henry Sloman no se vieron particularmente perjudicadas. Fölsch y su hijo Enrique, al igual que los Slomans, realizaron -al margen del negocio principal del salitre- otras transacciones de importación y exportación, con sucursales en Hamburgo, Chile, Argentina y Brasil. Previniendo, Fölsch había invertido sus fortuna en bienes raíces. Numerosas casas y terrenos de Hamburgo le pertenecían, entre ellos un grupo de edificios al frente de la Alcaldía. A sus hijas las casó con hijos de nobles prusianos, que estaban en el consejo de administración de la Deutsche Salpeterwerke A.G. (empresas del salitre). En el anuario de 1912, se dice de Henry Sloman: "El hombre más rico de Hamburgo es Henry B. Sloman con una fortuna de 60 millones de marcos. Sloman es al mismo tiempo la persona en vida más rica de las tres ciudades hanseáticas".

En 1917, el mercado de salitre chileno comenzó a reponerse, uno de los principales compradores fueron los EEUU, cuya industria bélica se desarrolló rápidamente. El uso prioritario de salitre chileno para la fabricación de material explosivo, así como el acaparamiento especulativo del mismo, más la mantención artificial de precios altos – sobre todo por parte de casas comerciales inglesas- trajo ventajas de mercado al nitrato sintético de bajo precio, sobre todo en el sector agrario. Esto llevó nuevamente a un rápido hundimiento de las cifras de venta, a finales de la guerra. De 134 salitreras, 91 hubieron de suspender temporalmente su funcionamiento. Las empresas de Fölsch y Sloman también se vieron afectadas. En medio de esta crisis, Henry Sloman comenzó la construcción de la Chile-Haus. El estado de Hamburgo remató un barrio cercano al puerto que se planeaba demoler, a causa de la cólera que había causado estragos por las miserables condiciones sanitarias, terreno que planeado para la construcción de viviendas y oficinas. En 1921, Sloman compró un terreno de 5.500 metros cuadrados. El encargo de la construcción lo recibió el arquitecto Fritz Höger; la dirección de la obra, los hijos de Sloman, Enrique y Ricardo. La construcción se financió en un 100% con las ganancias de las salitreras chilenas. Las divisas llegadas fueron cambiadas a marcos por los grandes bancos algunos días más tarde, de modo que la hiperinflación, que regía a Alemania por esos tiempos, se comió parte de las divisas. Henry Sloman creó un banco propio, al principio con la idea de administrar sus propios bienes. Como los bancos nuevos no recibían de por sí el derecho a divisas, no podía negociar con ellas. El camino más fácil fue comprar un pequeño banco que tenía derecho a tener divisas. En Mühlen-St. Jakob, en Zwickau, encontraron los Sloman lo que buscaban: después de una cena opulenta a la que Ricardo Sloman invitó a todos los accionarios -en su mayoría campesinos- cambió la Sparkasse de dueño por 50 mil marcos. Los Sloman podían administrar ahora sus propias divisas. En 1924 se inauguró oficialmente la Chile-Haus. Este símbolo de Hamburgo pertenece a una de las más notables obras de arquitectura de la Alemania de los años 20. La Chile-Haus está presentada a la lista de la herencia cultural del mundo, de la UNESCO. En 1920 murió Hermann Conrad Fölsch en Moholz. El estuvo convencido de ir al cielo, y ordenó en su testamento que no se tocara música fúnebre, pidió tener un ataúd blanco lleno de flores y que se cantara música alegre.

En 1923 se recobró nuevamente la exportación de salitre chileno, ya que el nitrato sintético -que ya contaba con un 70% del mercado- no podía cubrir la continua demanda. Al mismo tiempo, el establecimiento bancario Guggenheim de Nueva York comenzó a interesarse por nuevos métodos para la producción del salitre. En 1925, los Guggenheim construyeron la salitrera "María Elena" en la provincia de Antofagasta, que trabajó con los métodos más modernos. Estaba mecanizada casi por completo, por lo que en gran parte renunció a la habitual mano de obra. Un nuevo procedimiento de colación permitió sacar materia prima igualmente de suelos pobres en salitre. Los Guggenheim estaban levantando su propio consorcio, que trabajaría con este nuevo y más económico sistema. En variadas ocasiones, ellos intentaron obtener en los años 20 la mayoría de las acciones de las empresas de Sloman. En la Bolsa se cotizaron en 220%. Sloman poseía 50% de las acciones, lo cual correspondía a un valor de la Bolsa de 16 millones de marcos. A pesar de lo tentador de las ofertas, Sloman no podía decidirse a vender su obra de vida, a pesar del disgusto de su hijo Ricardo.

Los nuevos procedimientos introducidos por la firma Guggenheim aseguraron ganancias rápidas y baratas, pero el carro de la victoria del nitrato sintético era imposible de ser detenido. El monopolio del salitre chileno se quebró definitivamente. El estado chileno, que dependía de las ganancias de la industria del salitre, quiso tener más influencia en la cuota de producción y formación de los precios. El mayor problema de competencia fue el precio altísimo del salitre chileno en comparación al nitrato sintético. La falta de comunicación entre los productores llevó a fines de los años 20 a una nueva sobreproducción, hasta que la producción quedó totalmente paralizada. Desde los comienzos, el estado chileno dio las máximas libertades a los productores de salitre, y su interés como gobierno se limitó a la recaudación de impuestos de exportación. El interés puramente fiscal de Chile -que con el cobro de impuestos cubría gran parte de los gastos públicos- no fue acompañada por ninguna política que se preocupara activamente por el mejoramiento de la industria del salitre. En 1930, en el punto álgido de la crisis, el estado chileno reconoció su negligencia y apremió a los productores de salitre a organizarse en un consorcio para no entregar el campo completo a la competencia del nitrato sintético, que ya dominaba el mercado mundial en un 90%. El gobierno chileno debía recibir un tercio de las acciones del nuevo consorcio y por contrapartida, renunciar a los impuestos de exportación. Después de largas negociaciones, los alemanes se vieron obligados a poner su parte. La dirección de la nueva sociedad COSACH la tomó la firma Guggenheim. La meta más urgente fue concentrar la producción del salitre a pocas empresas, las que trabajaban con precios más convenientes.

Las consecuencias de la crisis económica mundial destruyeron rápidamente los planes de la COSACH. Sus acciones cayeron hasta un valor del 5%. Debió declararse en quiebra. Del activo de la quiebra se anularon las salitreras más productivas y a través de dos nuevas sociedades entraron en actividad. Henry Sloman no alcanzó a sobrevivir el derrumbe de la obra de su vida. Murió el 24 de octubre de 1931. Las minas más grandes de Fölsch, "Chile" y "Alemania", en las afueras de Taltal, permanecieron activas unos años más, y tres salitreras de Sloman fueron cerradas definitivamente a fines de los 50. La sociedad Anglo-Lautaro, formada por Guggenheim y la industria chilena, impulsaron las dos mayores salitreras mecánicas, "María Elena" y "Pedro de Valdivia", cuya explotación y extracción fueron mucho más modernas y económicas. La única salitrera que ha sobrevivido hasta hoy es "María Elena". "Pedro de Valdivia" fue cerrada en 1996.

Aunque la producción de salitre chileno sólo fue del 3% en la producción mundial de fertilizantes a partir de los años 30, continuó el comercio del salitre con el puerto de Hamburgo, aunque en cantidades reducidas. Como antes, veleros rápidos alemanes navegaban por la ruta del Cabo de Hornos entre Hamburgo y la costa del Pacífico chileno.

En 1937, Ricardo Sloman fue uno de los cofundadores del Freihafenlager- und Umschlagbetrieb Sloman, Schoer & Co. Enrique Fölsch, único hijo del fundador de la firma Hermann Conrad Fölsch, fue además de su actividad como comprador, agregado comercial de la embajada chilena en Berlín. En su villa de la calle Harverstehuder hubo recepciones, sobre todo a diplomáticos y a visitas de Sudamérica, y como se sentía obligado con el deporte, ofrecía banquetes a la Liga Deportiva de Hamburgo. A causa de torcidas especulaciones y a un estilo de vida muy caro, perdió todos sus bienes. Sólo las propiedades de Hamburgo, que eran administradas por los yernos del viejo Fölsch, se mantuvieron. A comienzos de los años 50, la comunidad hereditaria levantó un bloc de negocios de los escombros, frente de la alcaldía de Hamburgo, el actual Block-Fölsch, que desde siempre se encuentra 100% en propiedad de la familia. La Chile-Haus fue alcanzada 5 veces por bombas durante la Segunda Guerra Mundial. Ricardo Sloman se encontraba día y noche allí, para apagar los incendios. A fines de la guerra, las dos haciendas de Moholz en Silesia y Bellin en Mecklemburg fueron ocupadas por las tropas soviéticas y convertidas posteriormente en LPG.

En 1951, Ricardo Sloman viajó con su hijo Hans Jürgen a Chile, para introducirlo, tal como Ricardo viajó con su padre 46 años atrás. Hans Jürgen Sloman trabajó 12 años en Chile entre otros como apoderado, en la firma que siguió a su abuelo Henry Sloman. Con Ricardo y Hans Jürgen Sloman, viajó Juan Enrique Fölsch, nacido en Valparaíso en 1929, un bisnieto del cofundador de la firma Fölsch. Para la familia Fölsch no se rompió el contacto con Chile, aún con los altibajos del comercio del salitre: dos nietos de Herman Fölsch trabajaron en los años 20 y 30 un largo tiempo en Chile y también Juan Enrique se quedó largos años en Valparaíso.

Ricardo Sloman, que murió en 1983, formó parte de los consejos del Chile-Haus y siguió participando en la firma Sloman Schoer & Co hasta una edad muy avanzada. Otro nieto de Henry Sloman, Friedrich Wilhelm Sloman, fue socio con participación personal en el Sloman Bank KG en 1955, el cual tuvo un buen desarrollo estableciendo sucursales en Munich, Düsseldorf y Essen. En 1976 se fusionó dicho banco con el Frankfurter Bankhaus Hardy y se envolvió al parecer en las corrientes del caso Herstatt, que llevó a la bancarrota a varios bancos privados.

Después de la caída del muro, regresó Friedrich Wilhelm Sloman por vez primera a Bellin, donde él pasó sus vacaciones de verano como niño. Estuvo muy sorprendido por el buen estado de la hacienda, y cuando los trabajadores del LPG, que administraron la hacienda por propia iniciativa, tuvieron dificultades económicas, Sloman los apoyó. Juntos formaron una sociedad anónima, que en la actualidad se vuelve rentable económicamente.

Traducción al castellano: Isabel Lipthay, Münster, Alemania

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